A la hora del Ángelus dominical, al final de la misa concelebrada en la Plaza de la Unidad de Italia de Trieste, el Papa Francisco se dirigió a “todos los pueblos que sufren a causa de la guerra”. En una ciudad situada en la encrucijada entre Europa occidental y los Balcanes, el reto, dijo, “es conjugar apertura y estabilidad, acogida e identidad”