Ante la vasta platea, Francisco aboga por la defensa del “sabio y delicado equilibrio” que sostiene la unidad en el archipiélago indonesio, no obstante, la multiplicidad de culturas y las diferentes visiones ideológicas, donde no faltan las insidias de la intolerancia, la violencia el terrorismo y la pobreza. Está a todos, y en especial a la política, favorecer la paz, la justicia social, vencer los desequilibrios y promover el diálogo, incluso el interreligioso.