El Papa, en la pequeña pero vital realidad misionera en la provincia de Sandau, bendecida por una maravilla de paisajes que evocan el Edén, exhortó a los fieles católicos a ser instrumentos del amor, que tiene sus raíces en Dios, difundirlo y defenderlo para vencer rivalidades, divisiones, miedos, superstición, violencia y explotación.