El arzobispo de Tirana, Durres y toda Albania falleció ayer a la edad de 95 años en un hospital de Atenas, donde estaba internado debido al empeoramiento de su estado de salud. Considerado más que un guía espiritual, revivió la Iglesia albanesa tras la caída del régimen comunista ateo. Fue presidente del Consejo Mundial de Iglesias de 2006 a 2013, que lo recuerda como un “gigante del ecumenismo y campeón del diálogo”.