Al final de la audiencia general, Francisco dirije su pensamiento a lo que está sucediendo en Palestina e Israel invitando a los creyentes de todas las religiones a una jornada de ayuno y penitencia: la guerra cancela el futuro, que callen las armas, que se escuche el grito de paz de los pobres, del pueblo, de los niños. La cercanía también a Ucrania “de la que ya no se habla ahora” pero que sigue viviendo un drama.