En el Ángelus de la fiesta de la Asunción de María, Francisco confía a la Virgen las «angustias y dolores» de la población que sufre y, una vez más, lanza un llamamiento por «la gravísima situación humanitaria» en la Franja, pidiendo la liberación de los rehenes y ayuda para la población exhausta: «Seguir los caminos de la negociación para que esta tragedia termine pronto. La guerra es una derrota».