Con una población de casi 400.000 habitantes que viven en un mosaico interreligioso y dentro de un modelo de armonía religiosa con normas estrictas promovido por las autoridades, la religión católica florece en la ciudad-estado visitada por Francisco. Esta contribuye a la excelencia educativa, a los sistemas sanitario y de beneficencia, y es muy activa en asuntos interreligiosos.