La imagen del pesebre inspira las palabras del Papa que en su catequesis cuestiona el frenesí materialista de regalos y distracciones que impiden volver a lo esencial, reconducirnos a Dios. La sobriedad y el asombro ante el pesebre nos lleva a esa “alegría que desborda el corazón” cuando se toca con la propia mano la cercanía de Jesús, la ternura de Dios