El Secretario para las Relaciones con los Estados, en el Principado de Mónaco como invitado de Alberto II, celebra la misa por la solemnidad de la patrona Santa Devota. Recordando el testimonio de la mártir, denuncia que, aún hoy, «afirmar la propia fe cristiana puede conducir a acusaciones de blasfemia» o a «discriminación, encarcelamiento o muerte». La invitación es a «no ceder a la tentación de dejarse invadir por el odio». Recordó que muchos cristianos son víctimas de la injusticia