Los días de la Octava de Pascua son días en los que el Señor se acerca a nosotros de una manera especial: en las circunstancias más cotidianas, sencillas o habituales Él “se aparece” para compartir con nosotros. Así lo hizo con los discípulos de Emaús, así también con los apóstoles en el lago de Tiberíades.