El testimonio de un hombre de origen italiano que vive en el kibutz Nir Yitzhak con su mujer y sus tres hijos. “Vi terroristas de Hamás al otro lado de la ventana. Nos encerramos en la sala de seguridad durante horas, intentaba calmar a los niños pero me quedé helado. Lo que ocurrió sobrepasó todos los límites”. Ahora están en un lugar seguro: “Psicológicamente, el camino es largo”. La esperanza es la paz: “Hamás no son los palestinos, muchos quieren vivir en paz”.