Tras el rito de apertura, el Vicario General del Papa para la Diócesis de Roma presidió la santa misa e invitó a tender los brazos a todas las personas, en un mundo desgarrado por las guerras, las discordias y las desigualdades: “Hagamos que a través de nuestros brazos abiertos llegue el reflejo del amor de Dios. No nos salvaremos solos, sino en familia, y por eso debemos cultivar al máximo la fraternidad”.