La misionera comboniana se encuentra en Sudán del Sur y, como directora de Cáritas en Malakal -ciudad fronteriza con el país africano asolado por la violencia-, se encarga de coordinar la ayuda en uno de los campos de refugiados habilitados para acoger a las numerosas personas que tratan de salvar sus vidas: «Tratamos de garantizar alimentos y artículos de primera necesidad para todos. Nuestra intervención pretende reforzar la fraternidad».