Está cambiando estructuralmente la forma en que los hombres y mujeres de hoy entienden las experiencias fundamentales de su existencia: engendrar, nacer y morir. Ante esta revolución antropológica en curso, es necesaria una reflexión profunda que renueve el pensamiento. Un desafío que afecta a todos los cristianos, sea cual sea la Iglesia a la que pertenezcan.