Al final de la audiencia general, un grupo de madres y esposas de soldados hechos prisioneros por los rusos después de haber defendido enérgicamente a Mariupol, entregaron al Papa Francisco un cuadro en el que se representa su dolor desgarrador y al mismo tiempo su oración por la liberación de sus seres queridos. También pidieron el apoyo del Pontífice para la apertura de corredores humanitarios que permitan el intercambio de prisioneros.